Mantener a los niños alejados de la calle y una tutoría saludable es el primer paso para una comunidad segura

En la mayoría de ciudades de los Estados Unidos, los niños tienen el espacio y la oportunidad de ser activos fuera del horario escolar. Pero en el Occidente de Honduras, incluso con una población de 1 millón de personas, no había ningún lugar para que los niños jugaran cuando estaba lloviendo. En ninguna iglesia, escuela, o gimnasio, ni por lo menos en algún centro comunitario, nada. ¿Qué hacen los niños cuando no hay ningún lugar donde ir y nada que ver? Sin ningún tipo de medio ambiente sano disponible, los niños están en peligro de caer en la violencia y el crimen. El propósito de la construcción del gimnasio de la comunidad era ayudar a mantener a los niños fuera de la calle.

CAMO ha sido el órgano de gobierno de este gimnasio y centro comunitario, transformándolo de una cascara vacía y abandonada a un centro activo.  Hoy en día, las escuelas hondureñas locales, iglesias y agencias gubernamentales utilizan este gimnasio comunitario. En diferentes intervalos de tiempo se programan y organizan una variedad de actividades diarias, que incluyen:

  • Voleibol
  • Fútbol
  • Tenis de mesa
  • Baloncesto
  • Karate
  • Aeróbicos

Mientras que el baloncesto en silla de ruedas da a las personas con discapacidad un sentido de orgullo y pertenencia, otras actividades como intramuros mixtos y de levantamiento de pesas de la mujer tienen como objetivo fomentar y capacitar a las mujeres en medio de una cultura hondureña machista. Cada día, al menos 300 niños participan en actividades positivas que les ayudan a formar su carácter. Por la noche, el centro se llena de vida con los adultos  que al igual que los niños hacen uso  de la variedad de actividades disponibles.