Una cirugía de catarata devuelve la visión a don Jovino
Don Jovino Sánchez tiene 73 años y es originario de Belén Gualcho, un municipio enclavado en las montañas de Ocotepeque.
Desde que tiene memoria, su vida ha estado sido en el campo: la agricultura fue siempre su oficio, su escuela y su manera de sostener a la familia. Aunque no tuvo tierras propias, nunca se rindió; cada año alquilaba terrenos para sembrar maíz y frijol, de donde sacó el sustento y las oportunidades para los suyos.
Hace 14 meses, su mundo se oscureció por completo. La ceguera provocada por cataratas le arrebató no solo la visión, sino también la posibilidad de trabajar y continuar con la vida activa que siempre había llevado.
“Me ha gustado trabajar”, nos dijo con entusiasmo al recordarlo. Pero su voz se quebró al añadir que “tengo 14 meses de ya no trabajar, pero gracias a Dios no me han hecho falta las tortillitas”, refiriéndose a que, aunque limitado, nunca le faltó lo básico para sobrevivir.
Su historia dio un giro cuando recibió la llamada del Programa Social de Oftalmología de CAMO, que lo incluyó en una jornada de cirugías de catarata. Llegó al quirófano con la presión alta, pues es hipertenso y no había podido comprar su medicamento por falta de dinero. Aun así, se sometió con fe y esperanza a la cirugía en su ojo izquierdo.
Hoy, don Jovino ya puede ver nuevamente con ese ojo. El proceso de recuperación avanza y espera con ilusión la próxima cirugía que le permitirá recuperar la visión completa.
Con gratitud y esperanza, sueña con volver a la vida que siempre amó: trabajar la tierra, caminar con seguridad por los senderos de Belén Gualcho y ver de nuevo los frutos de su esfuerzo.