Testimonio: cuando la detección temprana se convierte en vida
La vida de Reina Caballero López (68) ha sido de trabajo duro y sacrificio. Desde niña salía a las fincas a ganarse el pan y, más tarde, trabajó durante décadas como empleada doméstica. Crio sola a sus dos hijos —hoy de 48 y 35 años—, siempre con la fortaleza y dignidad que la caracterizan.
Hace unos días, Reina nos abrió las puertas de su hogar en la aldea El Derrumbo de Santa Rosa de Copán. Con una sonrisa tímida, comenzó a contarnos uno de los capítulos más difíciles de su vida: su lucha contra el cáncer de mama.
Todo empezó hace cinco años. Mientras se bañaba, notó una pequeña protuberancia en su pecho derecho. Como no sentía dolor ni otra molestia, pensó que no era nada serio. Pero al acudir al Policlínico Vicente Fernández Mejía —donde CAMO tiene instalado su programa de Atención a la Mujer—, los médicos le recomendaron hacerse de inmediato una mamografía.
“Cinco días después me llamaron para que fuera a recoger el resultado”, recuerda. En ese momento, sintió una corazonada: algo no estaba bien. El diagnóstico confirmó sus sospechas: cáncer de mama.
El miedo la envolvió, sobre todo al pensar en los costos del tratamiento. Pero más fuerte que la angustia fue su fe. “Dios era mi primer médico”, nos dijo con convicción.
La doctora la tranquilizó: “No se preocupe, hay tratamiento para su enfermedad”. Así comenzó un largo camino en San Pedro Sula y Santa Rosa de Copán: quimioterapias cada 21 días, una mastectomía y posteriormente radioterapias.
Fue un proceso doloroso. “Me puse bien delgada porque no podía ni comer cuando estaba en tratamiento. Pero a pesar de eso nunca dejé de ir a la iglesia ni de confiar en que Dios me sanaría”.
Hoy, Reina es un testimonio vivo que la detección temprana puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte. Su mensaje es claro y lleno de esperanza: una mamografía puede salvar vidas.
En Honduras, cada año se diagnostican alrededor de 1,260 casos de cáncer de mama y al menos 400 mujeres fallecen por esta causa, según datos de la Fundación Hondureña Contra el Cáncer de Mama (Funhocam). Por eso, programas como el de Atención a la Mujer de CAMO —que el último año permitió a 1,236 mujeres de escasos recursos acceder a una mamografía— son más que un servicio de salud: son una oportunidad de vida.